Cada Navidad pasa algo curioso. Aunque todo está más caro y el crédito es más costoso que hace unos años, el uso de las tarjetas se dispara. Da igual que hablemos de compras online, regalos, cenas, viajes o pequeños caprichos. La tarjeta vuelve a ser la reina del pago, incluso en un contexto de tipos de interés altos y cuotas que pesan más.

Y no es una sensación. En los últimos meses del año, especialmente entre finales de noviembre y diciembre, el volumen de pagos con tarjeta crece con fuerza. Lo llamativo es que lo hace incluso cuando financiar compras ya no es barato. Algo está cambiando en cómo usamos la tarjeta, y conviene entenderlo bien para no llevarnos sustos en enero.
Porque una cosa es pagar con tarjeta, y otra muy distinta pagar a crédito sin pensarlo demasiado.
Más pagos con tarjeta, aunque financiar sea más caro
Durante la campaña navideña, el uso de tarjetas de débito y crédito aumenta de forma clara. El motivo principal es sencillo. La tarjeta se ha convertido en el método de pago más cómodo, rápido y aceptado. Cada vez se usa menos el efectivo y más el móvil, el reloj o la tarjeta física. Eso no es nuevo, pero en Navidad se nota más.
Lo interesante es que este aumento se produce en un momento en el que el crédito no es precisamente barato. Los intereses de las tarjetas revolving siguen siendo elevados, y muchas tarjetas de crédito tradicionales también han encarecido sus condiciones en los últimos dos años. Aun así, el consumo tira.
¿Por qué pasa esto? En parte, porque mucha gente no percibe el coste del crédito en el momento de la compra. Pagas con tarjeta, el gesto es el mismo, y la diferencia entre pagar a fin de mes o financiar en varios plazos queda en segundo plano. Hasta que llega el extracto, claro.
También influye el tipo de gasto. En Navidad no se compra solo lo necesario. Se compran regalos, experiencias, viajes, cenas, detalles. Son gastos más emocionales, más impulsivos. Y ahí la tarjeta juega a favor del consumo, porque reduce la fricción. No tienes que pensar tanto, simplemente pasas la tarjeta y sigues.
El problema no es usar tarjeta. El problema es usar crédito sin tener claro cómo lo vas a devolver.
El riesgo no está en la tarjeta, sino en cómo la usas
Aquí es donde conviene bajar un punto el ritmo y pensar con calma. Porque pagar con tarjeta no es malo. De hecho, bien utilizada, puede ser una herramienta muy útil. Te da control, seguridad, y en algunos casos ventajas como seguros o devoluciones.
El riesgo aparece cuando se mezcla Navidad, gasto elevado y financiación automática. Muchas tarjetas ofrecen pagar en varias cuotas con un clic, a veces incluso sin que se note el interés real que se aplica. Y ahí es donde mucha gente se mete en un lío sin darse cuenta.
Un ejemplo muy común. Compras varios regalos, cenas fuera, algún viaje, todo con tarjeta. Cada gasto por separado parece asumible. El problema es el conjunto. Cuando todo eso se convierte en una cuota mensual durante meses, con intereses, el presupuesto de enero se queda temblando.
Además, hay un detalle importante. No todo el mundo diferencia bien entre débito y crédito. Pagar con tarjeta no siempre significa pagar con tu dinero en ese momento. A veces estás adelantando consumo futuro, y eso tiene un coste.
Por eso, más allá de que el uso de tarjetas suba en Navidad, lo importante es cómo te organizas. Tener claro qué parte del gasto vas a pagar a fin de mes y qué parte vas a financiar. Y, sobre todo, cuánto te va a costar esa financiación.
Una buena regla mental es sencilla. Si necesitas financiar regalos básicos para llegar a Navidad, quizá el problema no es la tarjeta, sino el presupuesto. Y no pasa nada por decirlo así. A muchos nos ha pasado alguna vez.
Eso sí, la tarjeta no tiene por qué ser el enemigo. Bien usada, puede ayudarte a gestionar pagos, concentrar gastos y tener más control. Mal usada, puede alargar la cuesta de enero hasta primavera, o más.
Por eso, en estas fechas, conviene recordar algo básico. La tarjeta no es dinero extra, es una forma distinta de pagar. Y cuanto más caro está el crédito, más importante es no olvidar esa diferencia.