Cashback vs. sin comisión anual: qué tarjeta te conviene si eres viajero frecuente

Si sueles moverte por el mundo, cambiar de divisa, pagar en varios países o simplemente vas a hacer más de un viaje al año, escoger bien tu tarjeta de crédito puede marcar la diferencia. Y en ese escenario concreto se plantean dos grandes caminos: elegir una tarjeta que te dé cashback (devolución en compras) o apostar por una que tenga cero comisión anual. No es necesariamente una decisión fácil, porque cada opción tiene matices. Vamos a ver qué pesa más para ti, cuál es el error que casi todos cometen, y cómo decantar la balanza.

Qué ventajas ofrece cada opción

Una tarjeta con cashback te devuelve un porcentaje de lo que gastas. Si viajas, una parte de los costes de alojamiento, comida, transporte, compras pueden volver a tu bolsillo. Para alguien que hace viajes frecuentes puede compensar que la tarjeta tenga comisión: si pagas 120 € al año por su mantenimiento pero te devuelven 150 €, estás en positivo.
Por otro lado, una tarjeta con sin comisión anual significa que no pagas cuota por tenerla. Ese ahorro fijo te hace el gasto más claro y sin riesgo. Pero cuidado: puede que su devolución sea menor o que tenga condiciones que limiten esos beneficios. Si sólo haces uno o dos viajes al año, quizá esa opción sin comisión sea más práctica.
Para viajar fuera de España también hay que fijarse en otros costes ocultos: comisiones por cambio de moneda, coste de retirada en cajeros en el extranjero, seguros de viaje incluidos. Por ejemplo, algunas tarjetas no cobran cuota anual, pero te cobran un 3 % en compras fuera de la zona euro. Eso hace que la ventaja de “sin cuota” acabe siendo menor.
Así que la pregunta clave es: ¿cuánto viajas?, ¿dónde vas?, ¿cuánto gastas? Si tus viajes implican muchos gastos elevados, el cashback puede darte un buen retorno. Si tus viajes son más moderados o quieres evitar complicaciones, la opción sin comisión puede ser la más equilibrada.

Cómo decidir qué tarjeta te conviene

Primero, haz el ejercicio de mirar qué gastas cuando viajas: vuelos, hoteles, comidas, actividades. Si ese gasto supera con holgura lo que pagarías en cuota anual de una tarjeta con cashback, entonces la devolución vale. Pero si ese gasto es pequeño o irregular, mejor no asumir cuota anual.
Segundo, verifica las condiciones de la tarjeta sin comisión anual: ¿incluye retiro de efectivo en el extranjero sin coste? ¿El tipo de cambio es competitivo o hay recargos? Si la tarjeta sin comisión te carga un 2-3 % extra al pagar en divisas, pierdes lo que te ahorras.
Tercero, revisa las devoluciones reales del cashback: a veces sólo aplican en ciertos comercios, o requieren que actives la modalidad o acumules gasto mínimo anual. No te dejes llevar solo por “hasta un 5 %” de devolución; mira qué porcentaje efectivo recibirás y en qué condiciones.
Finalmente, piensa en otras ventajas viajeras que pueda tener la tarjeta: seguro médico de viaje incluido, cobertura de cancelación, acceso a salas VIP de aeropuerto, asistencia 24 h. A veces estos extras justifican pagar una cuota anual si haces bastantes desplazamientos.
Una buena forma de verlo en tres pasos rápidos: estimas tu gasto viajero anual, comparas lo que pagarías en cuota + comisión de divisa con lo que podrías ganar en cashback y extras, y decides si el “mantenimiento” de la tarjeta se amortiza o no.

No existe “la mejor tarjeta” para todos los viajeros, sino la que mejor se adapte a tu frecuencia de viajes, tu gasto estimado en destino y tu tolerancia a comisiones ocultas. Si haces muchos viajes y generas gastos importantes, optar por una tarjeta con buen cashback puede darte una ventaja real. Si por el contrario viajas menos o tus gastos son moderados, una opción sin cuota anual y sin sorpresas en el extranjero puede darte más tranquilidad.